“Trabajar tiene que valer la pena”

Las organizaciones cada vez están más comprometidas con la salud física y emocional de sus empleados. Y las más avanzadas, van un paso más allá, en su empeño para que se sientan no sólo, orgullosos de pertenecer, sino también felices de estar en ellas.  

Esta tendencia del nuevo paradigma en la gestión de personas es el Wellbeing, que se sitúa entre el “bien estar” y el “bien ser”, convirtiéndose en uno de los principales focos actuales dentro los planes estratégicos de las compañías. Buscan  que las personas deseen incorporarse, estar y permanecer en ellas, con un alto nivel de identificación, compromiso y productividad.

Ha llegado el momento en el que las empresas, están dejando de ver a los empleados como meros recursos productivos para convertirlos en los protagonistas de sus políticas de personas, en ámbitos tan diversos y vinculados como: la conciliación, flexibilidad, igualdad, diversidad, inclusión y bienestar en general.

Gallup, consultora especializada en capital humano, realizó un estudio sobre la importancia de invertir en bienestar empresarial y sus beneficios. Descubrió que esta inversión es la clave para reducir el absentismo laboral (41%) y la fuga de talento (55%). En línea con este estudio, Harvard Business Review publicó que el nivel de estrés de un empleado feliz es casi inapreciable, lo que conlleva menos bajas por incapacidad temporal producidas por patologías de estrés, ansiedad u otras somatizaciones generadas en entornos laborales tóxicos. En el artículo "Sumando ideas: Bienestar y felicidad en el entorno laboral “publicado en la revista Harvard Deusto detalla que "Un elevado número de profesionales sufren estrés y desgaste psicológico en el trabajo, y se estima que unos 264 millones de personas padecen depresión o ansiedad (que son ya consideradas como algunas de las principales causas de incapacidad laboral)"

En esta sociedad tan digital y con la brecha abierta por la nueva realidad del teletrabajo, debemos usar aún más toda nuestra audacia y atrevimiento para diseñar propuestas de organizaciones centradas en y para las personas. Se trata de estar más cerca de Rousseau, Kant o Bertrand Russell que de las tendencias tayloristas, dominantes en tiempos pasados. Sin ignorar la realidad economicista de las empresas hemos de considerar como una necesidad vital diseñar un mundo más humano, sostenible y creíble.

Las organizaciones que apuestan por el bienestar organizacional son capaces de medir la felicidad de sus empleados, demostrando que el ROI o retorno de inversión ha alcanzado unos resultados excelentes. Actualmente, la medición de la felicidad se lleva a cabo a través de herramientas especializas que se basan en el diagnóstico o la evaluación cuantitativa del bienestar dentro de la organización. Gracias a que podemos monitorizar estos indicadores las empresas pueden diseñar sus políticas empresariales con el modelo “Win-Win”, en el que ganan el empleador, los empleados e incluso, de manera indirecta, los stakeholders. En definitiva, el wellbeing provoca un impacto casi inmediato en el incremento de la productividad, el sentido de pertenencia, la visión de futuro tanto para la empresa como para el trabajador. Todo ello se traduce en la construcción de un ambiente de trabajo armonioso, en el que se reduce del estrés y por tanto, los costes médicos.

Necesitamos organizaciones con apertura, con inspiración, creativas, participativas, cosmopolitas, constructoras de confianza y generadoras de equilibrio entre el desarrollo económico, ético, social, emocional, físico y medioambiental. Solo así podremos construir otro modelo de empresa posible y con ello, contribuir a conseguir otro mundo posible.

Una organización centrada en el bienestar de sus personas siempre estará en disposición de aprender nuevas formas para convertir a sus empleados en los verdaderos protagonistas. Para ello, es necesario aplicar políticas que fomenten su desarrollo, cuidado y protección en todos los sentidos. El principal motor de este tipo de organizaciones es la curiosidad, con una ambición constructiva y práctica.

Tener una visión centrada en el bienestar de las personas que integran las organizaciones permite pasar de una actitud natural contemplativa a una más reflexiva. Solo así podremos pasar de ser la empresa que se es, a aquella que se puede llegar a ser, poniendo a las personas en el centro de la estrategia.

La cultura de las empresas se compone de dos niveles esenciales. Por un lado. el nivel de lo que se piensa en la empresa, el cuál es implícito y está constituido por las creencias o supuestos básicos y por sus valores principales. Y por otro lado, el nivel explícito u observable, denominado el nivel de los artefactos culturales y que está compuesto por lo que la empresa hace y lo que la empresa aparenta. Ambos niveles forman la realidad de la empresa y también en ambos, hay que trabajar las políticas de bienestar. Solo así se podrán conseguir resultados que lleguen al “interno” y al “entorno”.

El Wellbeing de esta forma no sólo producirá una mejora en el bienestar, físico, mental y social de los empleados (los nuevos protagonistas), sino que también se convertirá en la mejor forma de atraer por un lado al mejor talento y también a futuros clientes que ven en sus políticas, una empresa responsable, social y comprometida en construir un mundo más humano.

 

Antonio Vega

Presidente Fundación Humaniza

Wellbeing corporativo